lunes, 27 de marzo de 2017

Crónica de Munich. Changeling VII: La Batalla de la Casa de los Sueños y las Pesadillas.

Una vez terminada la parte de Vampiro, llegamos al final de Changeling, que ocurría al día siguiente en el juego...


Nuestros protagonistas se despertaban en la ciudad del Ensueño, en Munich, en un día soleado que ayudaba a olvidar los terribles acontecimientos de la jornada anterior. Tristán decidió volver al feudo mientras Sally se unía al sabio Moomtu en el aprendizaje de sus artes a alto nivel.

Urgir, no convencido todavía de servir en la guardia del Barón Koch, decidió realizar una Búsqueda para ganar experiencia y a ésta tarea le acompañó Periwink. Fue avanzando el día hasta que el knocker, llegando al feudo, avistó una enorme nube negra que se acercaba hacia esas tierras, proyectando una aún más oscura sombra. Poco tardó en darse cuenta que lo que estaba viendo era un ejército de horrendas criaturas que parecía dirigirse directamente hacia el feudo.


Salió corriendo hacia la ciudad de nuevo. Un par de horas más tarde, jadeando y exhausto, llegó hasta sus compañeros, reuniéndose también con Ailén, que iba camino al feudo a lomos de su quimera. Cuando les contó la noticia, Periwink se subió en el grifo y voló hasta la mansión de Koch, donde le informó del evento.

Al poco, las tropas del barón habían sido convocadas y marchaban hacia la Casa de los Sueños y las Pesadillas, a la vez que un mensajero corría a avisar a Fagó, que estaba llevando a cabo maniobras en otro lugar.

Finalmente ambos regimientos se reunieron, sumándo entre todos unos 50 Changeling y poniendose al mando de Fagó. Cuando llegaron, anocheciendo, a la Casa, esta estaba ocupada completamente por las criaturas, claramente Pesadillas del Ensueño. Fagó organizó un grupo de asalto que intentaría dirigirse al líder para eliminarlo, mientras el grueso de las tropas distraía al ejército enemigo.


A este grupo se unieron Periwink y Urgir, mientras que Tristán y Ailén se quedaron fuera para ayudar en la defensa. Así pues, con gran esfuerzo, los Changeling se asentaron en el portón de entrada al feudo mientras el grupo liderado por Fagó entraba en la Casa.

Ailén lucha junto a Gwyvern, su grifo, para detener a las diferentes criaturas voladoras del ejército enemigo, mientras que Tristán lucha a espada y escudo codo con codo con la Guardia Negra del barón. Pero poco a poco los Changeling empiezan a perder fuerzas y tanto el nocker como el sátiro quedan cerca de ser derribados.


El interior del feudo está ya invadido, y Fagó y Urgir son los que mejor se abren paso entre los enemigos, con Periwink a corta distancia. Urgir consigue incluso llegar al salón principal, donde Shak'kar está junto a la Astilla clavada, obrando en ella algún poder.

Sufriendo heridas pero con coraje, el troll consigue acercarse hasta el Señor de las Pesadillas, pero en ese momento anochece, y un escalofrío recorre a todos los féricos del lugar cuando un ser de banalidad entra en acción.

Ulrika, la Malkavian, aparece en la segunda planta, atacando con ferocidad a los Changeling de la Guardia. Fagó, en un desesperado intento por protegerlos, se lanza a por ella. Pero el Troll es viejo y está fatigado y la poderosa vampiro acaba con él de un solo golpe.

Shak'kar ordena entonces a Urgir que se detenga, si no quieren acabar todos muertos. Añade que lo que están haciendo es la última esperanza para la ciudad. Pero el Troll está cegado de ira y golpea al Señor de las Pesadillas con toda su fuerza. Éste parece no inmutarse, pero la verdad es que difícilmente aguantaría otro golpe así. Por suerte, Periwink ordena también al troll que se detenga, y que se expliquen, con lágrimas de dolor y rabia.


Shak'kar dice que antes debe usar la Astilla, mientras le quede poder. La Astilla de la Desolación absorve todo el glamour de la casa, cortando el acceso al Ensueño y haciendo así desaparecer el portón al feudo. Además, los Changeling de su interior recuperan su forma humana. Shak'kar entrega el artefacto a Ulrika y le ruega a esta que lo libere, cosa que la Malkavian acepta. Tanto el Señor como las pesadillas del ejército desaparecen, para siempre.

Entonces Ulrika les habla de la profecía. De cómo un demonio conocido como El Señor de las Tinieblas surgirá de la oscuridad. De cómo Munich y todas sus almas serán condenadas y de cómo esa Astilla puede significar una diferencia decisiva en la batalla final.

Con el ejército desaparecido, las tropas del barón vuelven a la ciudad, mientras que Urgir y Perwink abandonan en el feudo. Allí, sentado en el suelo algo aturdido, encontrarán al humano que había sido Fagó. Éste no sabe dónde está ni qué hace ahí, pero encuentra un sobre en su bolsillo con el nombre de Periwink. Ésta lo recoge sin resistencia alguna por parte del anciano, y más tarde leerán la carta con las últimas palabras de su mentor.


El anciano vagabundo retornará más tarde a su cobertizo, para pasar los grises días del resto de su vida.  


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